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Fotos: Mónica Grimal
Andorra es uno de los países más minúsculos del mundo. Y también es uno de los más singulares. En cuanto a su tamaño, lo podemos definir como diminuto comparado con las dimensiones mexicanas. Un par de datos lo confirma. Si Ciudad de México se extiende a lo largo y ancho de casi 1.500 kilómetros cuadrados. Andorra, todo un país, no ocupa ni la tercera parte de esa superficie. Por no hablar de su población, que apenas supera los 80.000 habitantes.
En cuanto a lo de país singular, basta una breve visita para comprobarlo. El Principado de Andorra es un estado absolutamente independiente y soberano, pero la sorpresa llega al descubrir que tiene dos príncipes. O sea, dos jefes de estado, los cuales se van turnando y no residen aquí. Uno es el Presidente de la República Francesa. Y el otro es el Obispo de la Seu d’Urgell, una pequeña localidad española en la frontera con Andorra.

Esta división es fruto de la historia y de que el país está totalmente rodeado por Francia al norte y este, y por España al sur y al oeste. No acaban aquí las curiosidades. Aquí las lenguas oficiales son el catalán y el francés, si bien el español se entiende en casi todos los lugares. Por otro lado, si tenéis la suerte de visitar Andorra no hace falta que cambiéis moneda. No es un estado miembro de la Unión Europea, pero operan con euros. Aunque todo es un poquito más barato (sólo un poquito) gracias a un peculiar régimen fiscal que se traduce en menos impuestos. Por eso tantas grandes fortunas se ocultan en el país. Aunque al mismo tiempo conseguir la ciudadanía andorrana es muy, muy, pero que muy complicado.

En definitiva que se trata de un pequeño paraíso fiscal entre montañas. Andorra es conocida como el País de los Pirineos. Aquí no hay ni un solo kilómetro llano. Todo son pendientes para arriba o para abajo. Y en ese medio natural aparentemente agreste se ha desarrollado un país moderno en las últimas décadas. Antes era un sitio de pastores y contrabandistas, pero desde finales del pasado siglo y los comienzos de este, el territorio ha saltado a un progreso casi inimaginable antes.
Si lo visitáis os sorprenderá. Llevad buenos euros para ir de compras, sobre todo por su capital, Andorra la Vella. Aquí están presentes las grandes marcas internacionales de ropa, relojes, perfumes, complementos o material deportivo. Si os apasiona el shopping, es vuestro destino. Y si buscáis caprichos, también hallaréis buenísimos restaurantes o una de las zonas de spa más espectaculares que os podías imaginar. Se trata del complejo de Caldea situado en la población de Escaldes Engordany. Eso por no hablar de los concesionarios de coches lujosos. No es raro toparse con los últimos modelos de Ferrari, Porsche o Bentley.
Pero al mismo tiempo que es un país exclusivo, conserva la esencia de territorio montañoso con su propia historia. Aquí va una idea para aquellos que os adentréis en Andorra. Visitad su área más norteña y ascended al Coll de Ordino. Disfrutaréis con el panorama de las cumbres cercanas y los bosques que ocupan sus laderas. Este coll que representa el paso entre la propia parroquia de Ordino y la de Canillo (aquí las provincias se llaman parroquias) es espectacular.
Si antes habéis visitado las bulliciosas calles de Andorra la Vella o el casco urbano de San Juliá de Loria, os sorprenderá el contraste y la maravillosa naturaleza que contemplaréis en este lugar. No es el único. También podéis caminar por el Val de Inclés, por los bosques de Arinsal o por el lago de Engolasters.

Hasta podéis cruzar uno de los puentes tibetanos más largos del mundo que sobrevuela el Vall del Riu durante más de 600 metros. Y los más valientes poned a prueba vuestro valor haciendo jumping desde este puente. ¡Sí! Desde aquí es posible dar un salto al abismo con la única protección de una cuerda elástica. ¿No se os ponen los pelos de punta con solo imaginarlo?
Más allá de estos subidones de adrenalina, a nosotros lo que más nos gusta de Andorra es salir a disfrutar de su naturaleza montañosa y caminar por el monte. Es así como se van descubriendo refrescantes arroyos, las cruces históricas como la de Carlomagno o las pequeñas poblaciones que guardan sus iglesias con varios siglos de antigüedad, como es el caso de San Climent de Pal.
Y, ¿por qué? Tal vez os sonría la fortuna y halléis las huellas de los tamarros, los seres mágicos que habitan desde tiempo inmemorial los bosques de Andorra. Unos personajes que plasman la cultura andorrana, la cual va mucho más allá del tópico de ir de compras.
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