Para los que no me conozcan (que seguro serán muchos, por no decir todos): yo soy Armando de la Garza; pinto desde los siete años y, después de pasar por a la facultad de Arquitectura, empecé una carrera profesional como artista plástico. Desde entonces me he concentrado en mi quehacer en el arte, pero además de producir mis proyectos he ido y venido por los mundos de la docencia, la curaduría, la dirección de arte y también… de la escritura.
Por esto, y ya entrando en materia, quiero contarles en esta primera ocasión sobre la semana del arte en la CDMX y mi experiencia al visitar todo lo que pude, que fue ZonaMaco y Material.
Primero me di una vuelta por ZonaMaco, que en este año cumple ya su vigésimo aniversario. Creyendo ilusamente (y como si no lo supiera bien) que podría ser más fácil, me fui muy temprano el miércoles para tratar de encontrarla un poco más vacía, pero no fue así.
Como siempre, hubo un poco de todo, de todo y de todo. Por un lado, el fenómeno de que esta feria atraiga a un público tan ecléctico (y que cada vez es más numeroso), y por otro (y que es a lo que nos debemos abocar), la oferta de arte, también tan variada y contrastante. Aun con todos los años que llevo en este medio, no dejo de admirarme ante algunos ejemplos, y aunque sé el porqué, sigo sorprendiéndome y casi hasta molestándome por la forma que en algunos casos nos quieren tomar el pelo. ¿O ustedes qué opinan?
Y si bien esto pasa mucho, por otro lado encontré grandes ejemplos de lo que, a mi juicio, es todo lo contrario, como las piezas de Gabriele Grones en el stand de la galería Boccanera (Turín), en donde más allá del preciosismo de sus pequeñas piezas y la demostración de su maestría y oficio, el artista nos plantea diferentes cuestionamientos a partir de una imagen que a simple vista podría parecer muy casual.
Otro Gabriel destacado es De la Mora, con la galería Proyectos Monclova (CDMX), quien da una vuelta a la tuerca a nuestra percepción y nos muestra fragmentos de esfera de vidrio desde su lado cóncavo y convexo, creando interesantes figuras y efectos de planos casi vertiginosos, sin mencionar la infinita cantidad de imágenes, colores y deformaciones que sus piezas proyectan.
Otro hallazgo muy interesante fue el arte objeto-instalación-escultura del artista cubano José Yaque, de la galería Continua (San Gimignano y otros), que nos muestra una consola “retro” llena de botellas de diferentes tipos con hierbas (que él mismo recolectó en sus caminatas) macerándose en alcohol y selladas con cera, recordándonos la despensa de la abuela.
No podían faltar Kapoor, Hirst, Botero o Soto, ni las típicas esculturas efectistas de gran formato que tantas slefies originan (y que, la verdad, qué flojera), pero concentrándonos en las piezas que sí valía la pena ver, puedo mencionar los óleos de Julia Silova, de Cut Art Gallery (Riga), que evocan una voluptuosa pero a la vez inocente orgía; o los retratos de Michel Kvium, de la galería Nils Staerk (copenhagen), con su ya tan conocidos personajes que no estoy seguro que sean cien por ciento humanos; o los tres óleos de Dr. Lakra, de la Kurimanzutto (CDMX), con sus retratos zoomorfos del mundo marino que evocan a Archimboldo.
Por otra parte, en Material, con menos años pero con mucha fuerza y empuje, pude ver una emisión para mí muy potente. También con los inevitables contrastes y las piezas “tomadoras de pelo”, pero con otras definitivamente muy buenas y, además, con una notable presencia de galerías que cada vez están más presentes.
Creo que la pieza que más me gustó de toda la feria fue la de Óscar Santillán en el stand de la galería Llano (CDMX), también con una notable maestría, dominio de la técnica, la luz y una muy atractiva paleta de color, que nos muestra mundos creados con el uso de la inteligencia artificial, una clara muestra de que el uso de la tecnología y el oficio de un gran artista no tienen por qué estar peleados.
La pieza de José Eduardo Barajas, de la galería Peana (CDMX), también fue de mis favoritas: técnica, concepto, propuesta y tiempo conviviendo en armonía.
Dirán que tengo un gusto velado por la pintura, y sí (por la buena, claro), pero para que no digan que sólo me fijé en ésta, les recomiendo que revisen el trabajo de Rubén Ulises Rodríguez Montoya, en la galería Murmurs (LA), y sus atractivas y divertidas esculturas construidas con diferentes materiales que me hacen pensar en un alien o en un espécimen futurista, pero muy mexicano. También me parecieron muy interesantes, por su contrastante propuesta que mezcla el futuro a partir de lo pasado, muy a lo Mad Max, las esculturas de Brandon Morris, en la galería Pangée.
De fiestas y otros eventos no les podría contar mucho, porque ni fui a ninguna. Y me disculpo por estar contándoles esto cuando ya pasó todo, pero un año transcurre muy rápido y en lo que menos nos damos cuenta ya estaremos viendo otra vez la versión 2025 de esta experiencia. De todos modos, no dejen de ver parte de estos trabajos digitalizados y, en el caso de las galerías mexicanas, lo mucho de esto que mostrarán los próximos meses en sus espacios.
Prometo para la otra anticiparme un poco más en estas reseñas.
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