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Nuestra aventura comenzó en San José, donde pasamos un par de días explorando la capital y que ya les contamos en este artículo. Este primer bocado fue un primer contacto con la esencia tica: hospitalidad, calidez y esa frase que nos acompañó en cada paso, pura vida.
Puntarenas: un oásis en medio de la selva
Tras dejar la capital, la carretera nos llevó a nuestro destino principal: el Hotel Los Sueños Marriott Ocean & Golf Resort, en la costa de Puntarenas. La brisa marina (fresca y salada) llegó antes que el mar anunciando que estábamos a punto de descubrir un lugar diferente.
La propiedad tiene todo lo que uno imagina como paraíso: mar, selva y un clima envidiable. Además, de un servicio insuperable que sin lugar a dudas hace que la calidez de los ticos sea uno de los mejores souvenirs del país.
Esa misma noche tuvimos una cena de bienvenida en el restaurante Hacienda Kitchen, dirigida por el Chef Raúl, originario de México. El ambiente era cálido, iluminado por una luz tenue que dejaba brillar los colores de cada platillo.
El menú fue un viaje de texturas y sabores sustentables: arroz con culantro y con maíz, acompañado de mantequillas infusionadas con albahaca, tomate deshidratado, morrón y finas hierbas.
El crujido de los chips de tubérculos —malanga, camote, plátano y tortilla— contrastaba con la suavidad del atún local. La crema de pejibaye, fruto típico de Centroamérica, sorprendió con su dulzor natural y una sorpresa de sabores nuevos.
El salmón llegó acompañado de perlas de trufa, mantequilla de comino y un falso coral de betabel que parecía obra de arte. Y para cerrar, un merengue, o suspiro costarricense, que se deshacía en la boca con la ligereza de una nube.
Pero basta… Sé que están comenzando a sentir hambre, en otro artículo les hablaremos de la increíble comida que probamos en Costa Rica.
Más que golf, una filosofía de vida
Uno de los momentos más memorables ocurrió en La Iguana Golf Course (el impresionante campo de golf del hotel), donde el Director José Quesada, nos guió en una clase diferente.
Bajo el sol, con el canto de aves tropicales de fondo, este deporte que nació en Escocia se convirtió en metáfora. José no solo nos enseñó a golpear la bola, sino también a visualizar objetivos, a mantener la calma y a entender que cada movimiento en la vida requiere paciencia y enfoque.
Fue una lección que nos dejó reflexionando mucho más allá del green.
Naturaleza y sustentabilidad en cada rincón
Moverse en carrito de golf por la propiedad fue como abrir una ventana a la biodiversidad costarricense; al estar junto a la playa y en medio de árboles y una gran diversidad de flora y fauna era un paseo infaltable.
El verde intenso de la selva se mezclaba con senderos cuidados, y cada esquina guardaba una sorpresa: desde un programa de conservación de abejas, fundamentales para la vida, hasta el encuentro con un perezoso, uno de los habitantes más simpáticos y carismáticos del país (que desafortunadamente no pudimos ver de cerca en esta ocasión).
En medio del recorrido nos encontramos con un imponente árbol de más de 200 años, cuyas raíces parecían sostener el tiempo mismo. Frente a él, el silencio (como las fotos) fue inevitable.
Descanso frente al Pacífico
Las habitaciones del Hotel Los Sueños Marriott Ocean & Golf Resort fueron un remanso de paz: amplias, luminosas y con vistas que regalaban cada mañana un cuadro distinto, con la alberca en primer plano y el océano extendiéndose hasta el horizonte.
El sonido de las olas se mezclaba con las risas en la piscina familiar, donde siempre había snacks y actividades para disfrutar del agua.
Cada día comenzaba con un desayuno abundante, cargado de energía tropical: frutas frescas, panes, café aromático y platillos locales que se volvieron parte de nuestra rutina.
El resort ofrecía también un sinfín de opciones: área infantil para los más pequeños, canchas de futbol y voleibol, espacios que lo hacían perfecto para familias y grupos.
Pero lo que realmente marcó la diferencia (y perdonen que lo repita) fue su gente: personal amable, carismático y atento, siempre con una sonrisa y una palabra que nos hacía sentir en casa.
Un viaje que nos unió
Costa Rica nos recibió con atardeceres de fuego sobre el Pacífico, con sabores que hablaron de tierra fértil y con la calidez de su gente. Pero más allá de los paisajes y las experiencias, este viaje representó algo más profundo: la oportunidad de conectarnos como equipo, de compartir risas, aprendizajes y momentos que quedarán grabados para siempre.
Nuestro primer viaje de integración al extranjero fue todo lo que esperábamos y más. Muchas gracias a el Hotel Los Sueños Marriott Ocean & Golf Resort por recibirnos y hacer de nuestro viaje una gran experiencia.
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